Desde lo más oscuro de nuestra boca manda,
unida a un boquiabierto tubo, que como un cero
esgrime el australiano, el NiTi y el acero
abrazada a la pieza molar que la demanda.
Soportando tirones de los alambres anda
moviendo cada diente sin proferir un ‘pero’
mientras cuida un cajetín que siga en su agujero
la barra palatina, orgullo de la banda.
Lleva ‘Notación Palmer’ grabada hacia mesial,
entra entre los molares sin hacer ningún daño
y está hecha de un templado y consistente metal.
Anatómica y fina, aunque parezca extraño,
suele viajar en cajas de falseado cristal,
donde suele conversar quizás de su tamaño.
Alberto Collantes