El pasado 24 de febrero la factoría de los sueños, Hollywood, se vestía de fiesta un año más para hacer entrega de los Oscars, unos premios en forma de estatuilla dorada casi más famosa que los propios galardonados. Mientras disfrutaba de una generosa ración de palomitas, me dejaba seducir por los espectaculares estilismos que paseaban por la alfombra roja y me deslumbraban las blancas sonrisas que acompañaban a los presentes en la gala, sentí la curiosidad de conocer el papel que los dentistas, más allá de encargarse de que los actores puedan lucir las sonrisas con las que tantos soñamos, han tenido en la historia del cine.
Para mi sorpresa, y a pesar de lo necesarios que son éstos especialistas cuando un dolor de muela nos ataca, el cine ha pasado menos por consulta de lo que yo imaginaba. Supongo que el motivo podríamos encontrarlo en que la batalla contra las muelas resulta menos cinematográfica que las peripecias de policías ó periodistas. Aun así, el cine ha dado grandes películas protagonizadas por dentistas y éstos nos han regalado más de un momento memorable que merece la pena recordar, incluso la ciudad de Pamplona, durante los días 1, 8, 15 y 22 del pasado mes ha celebrado la Primera edición del Festival de Cine y Dentistas (CIDE).
Antes de repasar las apariciones más relevantes de odontólogos en el séptimo arte, no puedo dejar de recordaros que si sueñas con una sonrisa de cine en la clínica Avilés y Román, tenemos la solución ideal para ti. Contamos con los mejores especialistas en estética dental. Ellos, en una primera visita totalmente gratuita, podrán ofrecerte la mejor solución para que todos tus deseos se hagan realidad.
Ya en la época del cine mudo, Mary Pickford, una de las primeras estrellas del celuloide, ejercía esta profesión en «The Fair Dentist», un corto cómico de 1911.
Un poco más tarde, el director alemán Erich Von Stroheim rodó «Avaricia», una obra maestra considerada como la primera película que desarrollaba psicológicamente a los personajes. Uno de los más inolvidables representantes de la profesión es Dussell, judío que huye de los nazis en la Holanda ocupada que muestra la estremecedora «El diario de Ana Frank».
Un simpático representante del gremio es Nick Oseransky, interpretado por Matthew Perry, que trabaja con tranquilidad en una zona residencial, en «Falsas apariencias». Hasta que se muda al lado de su casa un asesino a sueldo, “El Tulipán” (Bruce Willis), y por si fuera poco riesgo vivir al lado de un reconocido criminal, a Nick le confunden con un socio de ‘El Tulipán’, lo que le convierte en objetivo de la mafia.
Incluso los dentistas pueden perder la cabeza por dinero, como a Melville Crump, interpretado por Sid Caesar, en «El mundo, está loco, loco, loco». Melville acude a socorrer con su mujer y otros automovilistas a un ladrón accidentado, que antes de morir, les revela dónde ha escondido el botín, lo que provocará una desesperada carrera para ser el primero que consiga la pasta.
No podía ser de otra manera, también los dentistas se enamoran, como Biff Grimes, interpretado por James Cagney, especialista en mafiosos que por una vez cambia de registro, en «The Strawberry Blonde», la película favorita de su propia filmografía de Raoul Walsh. Mientras estudia odontología, Biff pierde la cabeza por una recién llegada a la ciudad, la pelirroja Rita Hayworth, pero ésta se interesa por su mejor amigo. El propio Walsh rodó un remake musical y en technicolor de su propia película, «One Sunday Afternoon», en la que el protagonista era Dennis Morgan.
Pero no sólo ellos se enamora, también levantan pasiones como la de Goldie Hawn por su dentista en «Flor de cactus». Por desgracia, éste, interpretado por Walter Matthau, no la corresponde, así que finge que ya está casado con ayuda de su secretaria, Ingrid Bergman, el enredo está servido…
¿Son todos los dentistas de fiar? El cine nos ha dado suficientes razones para pensárnoslo dos veces antes de hacernos una revisión bucal, pues podríamos tropezar con personajes de lo más terroríficos.
Una consulta puede resultar ser una tapadera de una organización terrorista, como descubrirá Bob, protagonista de la versión inglesa de «El hombre que sabía demasiado», de Hitchcock, mientras intenta encontrar a su hija, secuestrada para obligarle a que no acuda a la policía. Pero Bob lo descubrirá demasiado tarde, cuando el doctor intenta anestesiarle.
Entre los dentistas malvados, mi favorito sin duda no podía ser otro que Jack Nicholson, el sádico doctor de «La pequeña tienda de los horrores», no sólo disfruta con el sufrimiento de sus pacientes, además, le quita la novia a Seymour, el protagonista. En la versión musical, dirigida por Frank Oz, es Steve Martin el que da vida a tan poco recomendable personaje, pero yo me quedo con el primero.
Pero el más siniestro de todos es el Dr. Christian Szell. En una de sus más inolvidables creaciones, un veterano Laurence Olivier provocó más de una pesadilla como el nazi conocido como ‘el ángel blanco de Auschwitz’, capaz de utilizar sus conocimientos de odontología para torturar a sus víctimas. Sucedía en la película Marathon Man. Otro dentista nazi es Enrique Alcides, Jordi Mollá en «Las maletas de Tulse Luper».
El cine gore también aprovechó el miedo que muchos tienen al dentista en uno de sus títulos emblemáticos, «El dentista«, y en su secuela, ambas del especialista Brian Yuzna. Aunque era un facultativo normal, el doctor Alan Feinstone enloquece cuando descubre que su mujer le es infiel, por lo que termina ocasionando incruentos dolores a sus desprevenidos e inocentes pacientes.
Eso sí, si mañana debes acudir al dentista por favor evita el visionado de alguno de éstos últimos títulos…
Incluso es posible que los instrumentos quirúrgicos se rebelen por sí mismos, sin nadie que los utilice, como sucede en «Destino Final 2». Allí, un personaje que se ha librado de la muerte descubre que el destino es inexorable.
No queremos terminar sin dejar claro lo importantes que son los protagonistas de este artículo. Si Tom Hanks hubiese naufragado con un odontólogo en la premiada, en «Náufrago», otra suerte le habría alumbrado pues tiene que sacarse él mismo una muela picada en la isla desierta en la que ha quedado atrapado.
Y para terminar, no podemos olvidar que tampoco hay dentistas en un campo de concentración para disidentes chinos. Así que el comisario debe acudir al hijo de uno, Dai, el virtuoso intérprete de violín de «Balzac y la joven costurera china», que se vengará de él provocándole el máximo dolor posible. A los pueblecitos donde no había colegas de profesión llegaba el doctor Rubicundo Loachán, y de paso abastecía de libros al protagonista de «El viejo que leía novelas de amor»