El color de los dientes se encuadra dentro de una porción del espectro visible, donde el matiz se encuentra entre el amarillo y el anaranjado, con diferentes variaciones del croma o saturación y del valor.
El color del diente está determinado por la sumatoria de las ondas electromagnéticas emitidas por sus diversas estructuras (esmalte, dentina y pulpa) y por el ambiente en el que se encuentra (encías, labios y fondo oscuro de la boca)
Estructuras adyacentes que influyen en la observación del color de los dientes.
(Labios, encías y fondo oscuro de la boca)
Internamente está la pulpa, que es roja. Esta pulpa tiene una pequeña o casi mínima expresión en el ambiente bucal, ocupando un mayor espacio en el interior de los dientes jóvenes y reduciéndose conforme los dientes envejecen.
La dentina es la responsable del color del diente, y es la que presenta el matiz amarillo-anaranjado característico de los dientes. Como consecuencia de su contenido orgánico, el 20% de la misma presenta una gran opacidad. A lo largo del tiempo se produce acumulación de dentina secundaria y que aparece altamente mineralizada en el interior de los túbulos que forman la dentina primaria, disminuyendo su opacidad y viéndose su saturación aumentada como consecuencia de la acumulación de pigmentos.
El esmalte, por el contrario, presenta una gran acumulación de componentes inorgánicos, un 95%, lo que da lugar a una alta translucidez. Al tratarse de la última capa que rodea al diente, es la responsable de transmitir el color que presenta la dentina.
Posee diferentes espesuras, siendo más fina en cervical y más espesa en incisal, lo que da lugar a la aparición de diferentes efectos ópticos dependiendo de la región del diente que se observe. El color del diente también se encuentra afectado por la calidad del esmalte, siendo éste más opaco en las personas jóvenes y más translúcido en las personas mayores.
El esmalte tiene la propiedad óptica de la opalescencia. Como el esmalte tiene prismas altamente mineralizados y muy pequeños (de 0.02 a 0.04 mm.) la luz tiene diferentes comportamientos al incidir sobre su superficie. Cuando la luz que incide sobre los dientes tiene una pequeña longitud de ondas, como ocurre con el azul, esta luz se refleja, mientras que cuando la luz tiene una elevada longitud de ondas, como ocurre con el amarillo o el naranja, se absorbe.
Esta propiedad de reflexión y refracción selectiva del esmalte, se denomina opalescencia y asegura a la restauración y aspecto muy natural.
El esmalte, debido a la opalescencia, refleja una luz azulada cuando el observador se encuentra en el mismo lado que la fuente luminosa (es la llamada luz reflejada) y una luz amarillo-anaranjada, cuando el observador se encuentra en el lado contrario de la fuente luminosa (es la llamada luz transmitida).
La luz también puede difundirse por el esmalte y dar lugar a una luz amarillo-anaranjada incluso cuando el espectador se encuentra del mismo lado de la fuente luminosa. A este efecto se le denomina contraopalescencia y también se produce en los dientes naturales.