A mediados del siglo pasado tener un diente de oro era algo normal, pues era la forma que existía de reparar un diente dañado. Con el paso del tiempo y los avances científicos se descubrieron otras soluciones más estéticas y el oro dejó de usarse.
Últimamente los famosos han puesto de moda lucir sus dentaduras con aplicaciones doradas, diamantes y otras piedras preciosas.
Algunos dentistas han advertido del peligro de esta moda ya que normalmente las decoraciones van sobrepuestas y pueden rayar el esmalte de los dientes y además retienen la placa bacteriana y alimentos, pudiendo producir caries y algunas enfermedades periodontales.
También, a veces, se ponen incrustaciones definitivas de piedras en los dientes y esto provoca un daño irreversible en el esmalte y estructura del diente.
En algunos casos se pueden producir alteraciones en la articulación mandibular, pues se pueden producir desgastes en los dientes y dificultad para cerrar la boca, alterando los músculos y ligamentos.