Las enfermedades de las encías no suelen producir dolor, por lo que muchas veces se padecen sin saberlo. Los primeros signos y síntomas en aparecer son: sangrado espontáneo o al cepillado y enrojecimiento e hinchazón de la encía. Cuando el problema gingival es más avanzado suelen aparecer otros síntomas como retracción de las encías, sensación de dientes más largos, aparición de pus, mal sabor o mal olor de boca, movilidad y separación de los dientes, aumento de sensibilidad al tomar cosas frías, sensación de quemazón y dolor de encías, aparición de flemones en las encías. Pero muchas personas que tienen infecciones en las encías, aún en estados avanzados pueden tener encías con una apariencia normal. Esta es la razón por la cuál el diagnóstico de certeza sólo lo puede hacer un dentista a través de un examen completo.
La boca está llena de bacterias. Estas bacterias, junto con las mucosidades y otras partículas, están constantemente formando una “placa” pegajosa e incolora que se deposita sobre los dientes. El cepillado y el uso de la seda dental ayudan a eliminar esta placa. Cuando la placa no se elimina, se endurece y forma unos depósitos llamados “sarro” o “tártaro”, que el simple cepillado no puede remover. Solamente una limpieza profesional hecha por un dentista o higienista dental puede eliminar el sarro.
Mientras más tiempo permanezcan la placa y el sarro sobre los dientes, más daño pueden hacer. Las bacterias causan una inflamación de las encías que se llama “gingivitis”. Si una persona tiene gingivitis, las encías se enrojecen, se inflaman y sangran fácilmente. La gingivitis es una forma leve de enfermedad de las encías que, por lo general, puede curarse con el cepillado y el uso de la seda dental a diario, además de una limpieza periódica por un dentista o higienista dental. Esta forma de enfermedad periodontal no ocasiona pérdida del hueso ni del tejido que sostiene los dientes.
Cuando la gingivitis no se trata debidamente, puede convertirse en “periodontitis”. Esto quiere decir “inflamación alrededor del diente”. En la periodontitis, las encías se alejan de los dientes y forman espacios o bolsas que se infectan (también conocidos como “postemillas”). El sistema inmunitario del cuerpo lucha contra las bacterias a medida que la placa se extiende y crece por debajo de la línea de las encías. Las toxinas de las bacterias y la respuesta natural del cuerpo contra la infección empiezan a destruir el hueso y el tejido conjuntivo que mantienen a los dientes en su lugar. Cuando la periodontitis no se trata debidamente, los huesos, las encías y los tejidos que sostienen los dientes se destruyen. Con el tiempo, los dientes pueden aflojarse y hay que sacarlos.
Si la enfermedad de las encías no se trata a tiempo, los dientes pueden aflojarse y caerse.