PERIODONCIA

El diente se divide en dos partes: una visible gracias a la cual masticamos y otra hundida en el hueso: la raíz. El periodonto está constituido por cuatro tejidos que contribuyen a fijar el diente a la mandíbula: el cemento, que recubre la raíz; el ligamento, que liga el diente al hueso; el hueso alveolar, en el que está hundida la raíz y, por último, la encía.

La enfermedad periodontal es una patología que alcanza a uno o varios de estos tejidos. Es evolutiva y comienza por una inflamación de la encía. En los casos más graves, se produce una reabsorción del hueso alveolar y el diente se ve debilitado.

La encía se vuelve más roja, hinchada y suele sangrar como consecuencia de la inflamación. La encía tiende a montarse sobre el diente y hace que éste empiece a moverse. Puede aparecer mal aliento y una cierta sensibilidad al frío y al calor. En algunos casos, podemos observar una pequeña supuración. Esta destrucción de los tejidos acarreará a corto plazo un desplazamiento de dientes y la acumulación de restos de alimentos, lo que puede llegar a ser muy doloroso.

Con la falta de higiene dental, la placa -el segmento blanquecino compuesto esencialmente por bacterias- se va depositando sobre y bajo la encía. Si el cepillado no la elimina regularmente, la placa, en contacto con la saliva, se mineraliza y se transforma en sarro. El sarro se introduce entre el diente y la encía causando la destrucción e inflamación del tejido y la aparición de la enfermedad periodontal.

Algunos factores favorecen la aparición de esta enfermedad: el estrés, la depresión, el tabaquismo o alcoholismo, así como algunas enfermedades genéricas como la diabetes o el sida. Los antecedentes familiares también influyen en su aparición.

El tratamiento de la enfermedad periodontal se hará en función de su grado de evolución. El estudio se compone de pruebas radiográficas, para confirmar si hay pérdida de hueso, y un periodontograma con la Sonda Florida. Una vez efectuado el diagnóstico, elaborará un plan de tratamiento que tendrá como objetivo parar la progresión y prevenir la reincidencia. En algunos casos, un control de la placa bacteriana y una limpieza dental serán suficientes, pero si es necesario el periodoncista también puede considerar una cirugía periodontal.

Una regla básica: eliminar la placa bacteriana.

Para combatirla, debemos previamente localizarla. El revelador de placa nos va a ayudar a hacerlo. Se trata de un comprimido que se deja derretir en la boca y que colorea la placa. Esto pone en evidencia las carencias de cepillado y permite corregirlo. Para eliminar esta placa, disponemos de numerosas herramientas: el cepillo de dientes, los cepillos interdentales, el hilo dental, la pasta de dientes, el enjuague bucal o los hidroimpulsores (irrigadores eléctricos).

Es importante recordar una regla básica: el arma absoluta para ganar la batalla contra la placa dental es la motivación constante.