Derrotado y desrotado vuelve el diente
sin su armadura de bracket ni su acero,
domesticado por fin su ardor guerrero
que la ortodoncia aguantó valientemente.
La batalla terminó y hoy, de repente,
a ese diente que en batalla fue tan fiero
un retenedor, igual que un carcelero,
le impide la recidiva que le tiente.
Derrotado y desrotado en clase uno,
en su esmalte lágrimas de composite
del diente ocultan lo más oscuro y bruno.
Y a cada sonrisa el sueña su desquite,
que si hay recidiva él luchará lobuno
desde la boca que le hace de escondite.
Alberto Collantes