Al compás de los dientes él se mueve,
navega en el slot igual que un barco
y dibuja las curvas de este marco
que posicione el diente y lo renueve.
Alguno, con teflón blanco muy leve,
permanece invisible, puro, zarco…
pero siempre trabaja duro el arco
mientras la boca, de saliva, llueve.
Níquel, titanio, molibdeno, acero,
australiano, curva de Spee… este invento
hace el trabajo duro y verdadero.
Ahora son, sin perder su movimiento,
superelásticos con ‘fricción cero’
para acortar así los tratamientos.
Alberto Collantes