Bajo el brillante bracket se divisa
el lento movimiento de algún diente,
prisionero de un metal que apenas siente
el labio cuando cierra su sonrisa.
Sobre su superficie fría y lisa,
el tiempo se deshoja lentamente,
y al principio tan sólo se presiente
la boca, que se muestra algo remisa.
Pasará años detrás de algún alambre
y siempre con el diente de pelea,
haciendo de la boca un bello enjambre.
Y el día que termine su tarea,
vendrá algún alicate muerto de hambre
a hacer que el diente bello al fin se vea.
Alberto Collantes