Penetra suavemente el arco al tubo,
reposo del acero y fortaleza
del NiTi, que se abraza cuando empieza
a aquel que habita donde bandas hubo.
Y tan fuerte se adhiere que detuvo
el temor del arco a que su cabeza
se fuese del molar y en su torpeza
perdiera todo aquello que se anduvo.
El problema es la envidia de la banda
que observa el nuevo tubo recelosa
como un día de frío sin bufanda.
Este tubo se agarra a cualquier cosa
como lapa que, al mar que la demanda,
burla al golpear la formación rocosa.
Alberto Collantes