Con la llegada del otoño, vuelven los resfriados, problemas de garganta, la tos y la gripe. En muchos hogares para poner remedio a todos estos problemas se recurren a los jarabes que no precisan receta.
Es frecuente que los padres den una cucharada de jarabe a los pequeños antes de dormir, pero… ¿hace falta cepillarles los dientes después?
Los jarabes infantiles por norma general tienen un sabor agradable, para facilitarle al pequeño la toma, pero claro, para conseguir estos sabores dulces les añaden azúcares.
Es importante prestar atención al tipo de azúcar de la que se compone el jarabe. Teniendo en cuenta que la sacarosa, es el azúcar más metabolizado por las bacterias que hay en la boca y por tanto puede aumentar el riesgo de presentar caries. Por ello es fundamental que tras dar el jarabe, el niño/a se cepille los dientes después de la toma y así reducir éste posible riesgo.
Hay jarabes que en vez de contener sacarosa presentan en su composición aspartamo. Éste es un edulcorante no calórico y no cariogénico (no produce caries), por tanto no es metabolizado por las bacterias orales. Esto no quita, que aunque suponga un menor riesgo para los dientes, el cepillado posterior haya que realizarlo.
Por otro lado, algunos jarabes específicos para la tos presentan alcohol en su composición. Estos provocan sequedad bucal, es decir, pueden reducir los niveles salivales. La saliva desempeña una función de “limpieza” entre las comidas, si su cantidad se ve reducida, la boca se hace más susceptible al ataque bacteriano.
Por ello, para reducir éstos posibles riesgos, se recomienda que los jarabes se den siempre con las comidas y no antes de ir a dormir, y en el caso de no poder cepillarse los dientes después de la toma, se recomienda enjuagarse la boca con agua. Dichas recomendaciones son válidas tanto para niños como para adultos, aunque generalmente los jarabes con “sabor agradable” son de uso infantil.